martes, 1 de octubre de 2013

Exposición "animales sagrados egipcios"


Más de 10.000 personas ya han visitado la exposición ‘animales sagrados egipcios’, resultado de una investigación pionera en europa

 

 

diego rodríguez 29/09/2013
El palacio de Botines acoge hasta finales de octubre la exposición Animales sagrados egipcios, organizada por Caja España-Duero y el Instituto Bíblico y Oriental de León, por la que ya han pasado más de 10.000 personas y en la que pueden observarse once momias de gatos, ibis, halcones y hasta peces.
La exposición nace fruto de la investigacion llevada a cabo entre 2009 y 2013 en el Centro de Investigacion de Medicina Aplicada de la universidad de Navarra sobre momias de animales egipcios. «La universidad nos ofreció la posibilidad de realizar estudios internos, que anteriormente solo se habían hecho sobre momias humanas» explica María Luz Mangado, coordinadora de la exposición. «Esto nos ha permitido aprender sobre religión, momificación y sobre los conocimientos de anatomía existentes en el antiguo Egipto».
Tradicionalmente, las momias de animales habían sido expuestas como meras curiosidades en los museos, sin darles más importancia que la anecdótica. Mientras que las momias humanas ya fueron analizadas con rayos X a finales del siglo XIX, las animales quedaron aparcadas, pero a partir de la década de los noventa esto empezó a cambiar gracias al estudio de textos y al legado arqueológico de los templos. El equipo de Mangado sometió a los cadáveres momificados a un TAC (Tomografía Axial Computerizada), la primera vez que se ha realizado un estudio de este calado en momias de animales. «La tecnología que se emplea es relativamente joven, y mediante técnicas no invasivas permite obtener mucha información sin tocar siquiera la momia. Es una tecnología puntera que en Europa solo se puede hacer en tres sitios, y tenemos la suerte de que la Universidad de Navarra sea uno de ellos».
La momificación de animales arrancó en Egipto varios siglos más tarde que la humana. Inicialmente era mucho más rara y selectiva, pero a partir del 800 a.C. proliferó gracias a la popularización de ofrendar momias de animales a los dioses en los templos. Esta práctica, que alcanzó su punto álgido en la época ptolemaica, era tan común que en el siglo XIX, cuando las ciudades egipcias empezaron a extenderse más allá de sus cascos históricos, se encontraban momias por todas partes —lo que propició que fueran utilizadas como combustible para trenes o que se exportaran masivamente a Europa como abono para los campos—.
«El culto a los animales ha sido una práctica común en muchas culturas, pero en Egipto se mantuvo paralelamente al desarrollo de la civilización, y la mezcla de un sistema tan primitivo con creencias tan elevadas les parecía tan extraña a los griegos como nos parece a nosotros», escribía el reputado egiptólogo Flinders Petrie hace más de cien años. Estos animales representaban conceptos más trascendentes que su misma figura; fueron sus características esenciales las que los acercaron y unieron al hombre. «Eran entendidos como manifestación de arquetipos religiosos que hacían referencia a fuerzas muy sutiles de la naturaleza», explica el egiptólogo leonés Nacho Ares, que hace años estudió algunos de los halcones que se exponen ahora en Botines.
A lo largo de miles de años de mitología egipcia, los animales no cambian, compartiendo la permanencia fundamental del universo y por ello mismo su elemento divino. El animal, como arquetipo, representa las capas profundas de lo inconsciente y del instinto, los principios y las fuerzas cósmicas, materiales y espirituales.
Los egipcios adoraron a los animales en todos los períodos de su historia, con mayores o menores grados de intensidad, siendo su culto parte integral de la religión egipcia. El pueblo no tenía derecho a participar en el culto a los grandes dioses, pero sí podía visitar y ofrendar al animal sagrado, representante del dios en la tierra, que solía vivir en un establo o estanque especial junto al templo. Se le alimentaba según sus preferencias y se le proveía de la compañía necesaria, de su misma especie y del sexo contrario. Los especímenes seleccionados por sus marcas especiales vivían felizmente hasta su muerte, tras la cual eran momificados y enterrados con todos los honores.
En los inicios de la historia egipcia sólo algunos animales con características especiales fueron considerados sagrados, como reminiscencia del animal sagrado de cada localidad en la prehistoria. En el Imperio Nuevo, el culto a un animal específico se establece plenamente, pero es a partir del Tercer Período Intermedio cuando los animales empiezan a ser venerados por sí mismos (especialmente el toro, el cocodrilo y el gato). Con las invasiones asiria y persa el pueblo perdió la fe en los dioses lejanos que lo habían abandonado y volvió los ojos a los de carne y hueso, sus animales sagrados. Nacho Ares cree que esta popularización se debió a una crisis de pensamiento y a una «democratización» de la religión debido a la influencia helenística desde el siglo IV a.C. «La antigua religión egipcia era terriblemente complicada. Desde Alejandro Magno se va volviendo más sencilla y se sintetizan en unas pocas frases los grandes textos religiosos», explica Ares.
Había cuatro motivos para momificar un animal: para servir de alimento al difunto en su viaje a la eternidad, caso en el que se momificaban partes concretas y se enterraban junto al fallecido; mascotas especialmente queridas, que también eran mayoritariamente enterrados junto a su dueño; animales considerados sagrados; y, por último, los depositados como ofrenda a una divinidad o deidad determinada.
Este último caso se popularizó en la época tardía a tal nivel que se convirtió en una importante actividad económica que daba trabajo a cientos de embalsamadores y cuidadores de cementerios. Dado el número de momias animales encontradas, además de todas las que se sabe que fueron destruidas, Mangado cree que «tuvo que ser un motor económico extraordinario». Incluso se han descubierto casos de falsificaciones, en los que el peregrino pagaba una ofrenda y recibía una momia vacía con las telas moldeadas según la forma del animal. «En el momento en el que la demanda supera a la oferta surgen las falsificaciones, algo que se puede ver muy bien en la exposición», opina Ares.
Los expertos creían que la momificación animal se realizaba con mucho menos cuidado que la humana, pero los últimos descubrimientos han demostrado lo contrario. «Lo hacían con mucho cuidado y se preocupaban por estudiar detalladamente la anatomía de los animales», afirma Mangado. Además, la investigación ha permitido aprender más sobre las diferentes técnicas de embalsamamiento, que variaban según la época, el rango y características anatómicas del animal o de la escuela de momificadores que la realizara. «La calidad de la momificación dependía del tipo de animal. En los sagrados era muy sofisticada, y las de algunas mascotas también tienen una calidad extrema. Por el contrario, los procesos casi industriales de los animales criados para ser ofrenda son mucho más básicos», añade Ares.
Sin embargo, aún se desconocen muchos detalles sobre las técnicas de embalsamamiento. En las momias de algunos gatos las extremidades superiores están cruzadas, mientras que en otras están en posición normal. En el estómago de algunos ibis se han encontrado bolsas de conchas. Aunque los expertos creen muy probable que se deba a creencias religiosas, todavía no tienen claro lo que significa. «Necesitamos más estudios complementarios y comparativos», dice Mangado.
El antiguo Egipto sigue aportando más misterios que certezas, algunos de los cuales pueden admirarse en el sótano de Botines hasta el 20 de octubre.


 http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/las-momias-toman-botines_831363.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario