lunes, 29 de octubre de 2012

Más hallazgos bajo el santuario

Las excavaciones que se llevan a cabo en el santuario patronal con motivo de las obras de emergencia tras los terremotos han permitido dejar al descubierto nuevos hallazgos que arrojan luz sobre el pasado islámico de este emplazamiento, que fue adaptado para ser transformado en templo cristiano.
Entre las novedades está la aparición de lo que sería un cuarto arco islámico (en el año 2000 se hallaron restos de otros tres). El nuevo arco se ha descubierto bajo el pavimento de una de las capillas laterales de la iglesia franciscana por la que continúa el muro islámico que apareció también en el 2000, cuando se realizaron obras de consolidación de la escalera de la Tota Pulchra.
Ese muro, construido con sillares de piedra caliza de color 'beige' blanquecino, dispuestos a soga y tizón, con una longitud de algo más de 11 metros, contaba con tres vanos en los que se pudieron determinar tres arcos: uno lobulado, otro de herradura y un tercero indeterminado por estar muy transformado.
En las iniciales investigaciones se pudo comprobar que en algunos de los arcos quedaban restos de la decoración de la época islámica, a base de franjas blancas que alternaban rojas en imitación de una sucesión de dovelas rojas y blancas. Son escasas las referencias de enlucidos conservados.
Durante la época bajomedieval el vano occidental fue remodelado, insertándose sillares que formaban un arco apuntado gótico de menor tamaño, mientras el arco central fue tapiado para colocar una estrecha ventana.
La investigación actual que llevan a cabo los arqueólogos Ana Pujante, Andrés Martínez y Juana Ponce -los dos últimos participantes en la primera excavación en el año 2000- ha sacado a la luz, como ya se ha indicado, el que puede ser cuarto arco de este muro islámico. Los indicios apuntan a que fue transformado en una ventana de la antigua iglesia.
Ahora se sigue la excavación hacia el exterior del edificio conventual para comprobar si el muro continua en esa dirección porque, dado el sistema constructivo islámico, debe existir un quinto arco, cuanto menos.
Tras estudiar este tramo de paramento, los expertos confirman que se trata de los restos de una obra homogénea, con empleo del aparejo de sillería a soga y tizón característico de la arquitectura califal, lo que permite fijar su construcción entre finales del siglo X y principios del XI.
El lugar en que se ubica el santuario patronal estuvo ocupado desde el siglo I después de Cristo por un establecimiento relacionado con la explotación agropecuaria. A finales del siglo X existió un importante edificio de carácter palacial. Lo mandó construir una persona con estrecha relación con el poder califal y que participaba de los gustos de la capital. Esta es la hipótesis que se contiene en los informes de las excavaciones.
Los arqueólogos añaden que es posible que la arquería descubierta diera acceso al salón meridional de un palacio, aunque no se han podido determinar sus dimensiones puesto que el muro se introduce por el este bajo las capillas de la actual iglesia, y por el otro extremo bajo lo que fue huerto del convento.
Como hipótesis, cuya confirmación dependerá de futuras excavaciones, se apunta a que el patio de este palacio estaría situado hacia el norte, ocupando lo que en la actualidad es el coro de la iglesia. Para Andrés Martínez Rodríguez, la leyenda que sitúa en este lugar el campamento del príncipe Alfonso durante la conquista de Lorca en 1244, del que no se ha hallado ninguna evidencia arqueológica, pudo surgir a partir de la repoblación de la zona en época bajomedieval, debido a la existencia de los restos del palacio califal.
La impronta cristiana
Tanto el muro islámico como otros restos del edificio palacial fueron reutilizados en la construcción de la ermita del siglo XV. La ermita primitiva pudo tener una planta rectangular con nave única, a la que se accedería desde el lado norte a través de una puerta formada por el vano de arco apuntado gótico. En las actuales excavaciones se ha encontrado el vano de una ventana y parte de uno de los muros de esa ermita, en uno de los cuales aparece una decoración de pintura mural que se está investigando.
La iglesia del primer convento pudo englobar la ermita en una de sus capillas. El edificio, al igual que los anteriores, resultó dañado por sucesivas riadas, en especial la de San Severo, en 1653, que arruinó totalmente el convento franciscano. Antes, en 1579, un terremoto hizo bascular el edificio islámico y se hundió su parte occidental unos ocho centímetros.
 
 http://www.laverdad.es/murcia/v/20121028/lorca/hallazgos-bajo-santuario-20121028.html
 

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