domingo, 19 de agosto de 2012

Jornada de puertas abiertas en el yacimiento arqueológico de Lantarón (Álava, País Vasco)

Javier Martín edita los manuscritos en los que su padre trabajó durante años.



Raquel Corral



El pueblo de Aviados nunca encontrará un estudioso mejor que Luis Martín y Barredo, un gijonés que dedicó buena parte de su vida a investigar las costumbres y tradiciones de este pueblo leonés. Sin ningún lazo familiar que le uniera a estas tierras y con toda la dedicación que exige este tipo de estudios, Luis se lanzó a la aventura.

Su hijo Javier Martín, historiador de profesión, cuenta que llegaron al pueblo casi por casualidad. «Fue por una visita, aquí no teníamos familia. Nosotros pasábamos los veranos en León capital y un día vinimos a hacer una visita a Aviados. Mi padre se enamoró del pueblo. Había una casa en venta, la compró y hasta hoy en día.»

La labor de este delineante que se hizo historiador por amor al arte quedó reflejada para la posteridad en dos libros. El primero de ellos, publicado en el año 2009, hace un extenso recorrido por las costumbres del pueblo. En este volumen juega una parte muy importante el castillo de los Guzmanes, en Aviados. «El castillo le llamó mucho la atención e investigó sobre él hasta el punto de intentar que se hiciera una reconstrucción». Pero no sólo el castillo centra la atención de este inquieto ‘historiador’: habla con los mayores del lugar y conversa con ellos para sonsacarles detalles sobre la vida de antaño, consiguiendo de esta manera una amplia recopilación sobre la gastronomía, la flora y la fauna local, cánticos que se creían olvidados... un auténtico trabajo de campo.

El segundo volumen de Luis Martín y Barredo es un libro póstumo publicado hace justo un año con motivo del aniversario de su fallecimiento. Esta segunda obra aparece escrita a mano, y es esa escritura amanuense la que le confiere un encanto especial. «En el primer trabajo la gente mayor deja su testimonio. La segunda es una labor más incómoda, de biblioteca, archivo... una tarea más difícil. En el primer libro que publicó mi padre le eché una mano, pero en el segundo no».

Los escritos de Luis son si cabe más valiosos cuando uno piensa que su verdadera profesión no era la de historiador, ni si quiera estaba próximo a ese oficio. Sin embargo, realizó la tarea de manera impecable. «Mi padre exhumó fuentes que no ha tocado nadie nunca. Sacó muchísima información. Cuando se jubiló estuvieron aquí unos años y todo ese tiempo lo dedicó al pueblo. Además nunca hubo ningún problema con la gente de aquí, todo lo contrario. Llegamos como visitantes y nos quedamos como vecinos».

Tal fue el trabajo de Luis que incluso llegó a tener responsabilidades en la junta vecinal del pueblo, llegando a ser presidente de la asociación cultural La Chorrina. Este último cargo lo ocupó durante la primera legislatura para preservar el patrimonio histórico del lugar. También aconsejó en labores de asesoría urbanística, artística y cultural desde su cargo de secretario de la junta vecinal de Aviados.

El legado de Luis pervive en su hijo Javier, un historiador concienciado con la cultura y el patrimonio del pueblo de Aviados. Sin embargo, el trabajo de Luis Martín quedo inconcluso. «Mi padre luchó por el pueblo, intentó crear un museo etnográfico, llevó a cabo pequeñas iniciativas vecinales e incluso propuso tareas al ayuntamiento. El camino se inició, ahora queda que se siga desde otros ámbitos».



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